
El primer gran hito, lo encontramos cada vez más en nuestros coches, con la incorporación de los GPS: pequeños ordenadores que llevamos a los vehículos y que nos sitúan continuamente y nos orientan.
El avance del GPS con respecto a los mapas tradicionales fue increíble. Los viejos y obsoletos mapas fueron reemplazados por un miniordenador, que multiplica la precisión de la situación durante todo el trayecto y, a más, nos orienta y nos busca rutas alternativas mientras estamos conduciendo. Ciertamente magnífico, e impensable hace unos cuantos años.
En los últimos tiempos, se tiende a reducir todavía más el tamaño de estos dispositivos, integrándolos en ordenadores portátiles o, incluso, en los teléfonos móviles, para mejorar la integración entre cartografía e informática.
Además, con Internet, han surgido nuevas formas de percibir el mundo y la cartografía. En primer lugar, aparecieron en la red servicios que permitían a los usuarios calcular una ruta o mostrar el mapa de carreteras del mundo, con lo cual se redujo a una sola hoja todas las indicaciones necesarias para viajar con más comodidad.